Una calma engañosa ha invadido el frente, como si nos hubiéramos puesto de acuerdo para darnos una tregua. Después de tantos combates sin interrupción, de tantas calamidades, por fin podemos disfrutar de un día de respiro y una comida tranquila. Tan poca cosa ayuda a levantar el espíritu. Las charlas son más animadas y los rostros reflejan un optimismo que hace tiempo no se veía.
Por la tarde descubrimos en una enramada, oculto entre la paja, a un soldado enemigo. Por gestos, nos indica que ha huido y está tratando de desertar. Es un muchacho delgaducho y pálido, con el pelo amarillo y unos ojos de un gris desteñido que nos observan con terror. Lo registramos y, como no lleva armamento ninguno, dejo de encañonarlo. Enciendo un pitillo y se lo paso. Mi gesto le ha devuelto un poco de aplomo y se permite esbozar una sonrisa, aunque mantiene una reserva desconfiada. Su uniforme no es mejor que el nuestro ni está menos sucio ni menos harapiento, y parece tan agotado y famélico como el que más.
–¿Qué hacemos con él?, pregunta un compañero.
Me desconcierta la pregunta tan simple, lanzada con una indiferencia que no parece encerrar, en su ambigüedad, aristas tan tenebrosas. ¿Qué hacemos? ¿Le damos otro cigarrillo, lo degollamos? Hay algo bestial dentro de nosotros. ¿Tan profundamente hemos enterrado la humanidad?
¿Qué hacemos?
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22 respuestas a “¿Qué hacemos?”
Cuando pienso en una de esas situaciones límite en las que los valores se trastocan y todo se reduce a tú o yo, me aterra no tener la certeza de cuál sería mi comportamiento… Como todos tus texto, da mucho que pensar. Un abrazo, Julio.
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Es la vida pegándonos una patada en la cara y tirando de la estantería nuestra delicada ética.
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Es el caos, que todo lo subvierte 🙂
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Pues esta entrada está basada en una carta que envió a mi abuela un hermano suyo reclutado para la división azul. Se me quedó clavada en la memoria y llamaba con insistencia a la puerta 😉
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Wow!
Muy profundo…
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Gracias por leer y comentar, Shibi. Un saludo
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Gracias a ti por el apoyo a mi blog ❤ un beso y te estaré stalkeando más seguido!
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Un abrazo 🙂
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❤
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Me gustó mucho el texto Julio, se nota perfectamente lo que quisiste buscar y es un microrelato conciso pero que en ningún momento descuida la calidad literaria. Un saludo!
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Un cordial saludo para ti y bienvenido a La otra literatura
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Siempre que la tematica está inspirada en el lado más asesino, salvaje, psicopata, me viene a la cabeza la novela de Stevenson (grande) Jekill y hyde: la dualidad de la vida, del hombre, entre el tan manido bien y el mal.
Para no dejarnos arrastrar por lo que verdaderamente somos, Animales y por ende con instintos primigenios; siempre hay que recordar la historia, para al menos, no repetir ciertos episodios funestos, que no harían sino revindicar lo que somos: fieras salvajes.
Gracias, estimado, por dejarnos este retazo, además con esa pedazo de foto de Kird Douglas (sin comentarios, porque todos son en positivo). Un saludo.
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Estimado Nicolás, tu comentario como siempre acertado y directo al clavo. Las situaciones límite ponen a prueba lo más profundo de nuestro ser. Un abrazo
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El retrato de Kirk Douglas llena la entrada, jejeje
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Jajaja. Es un buen retrato, sin duda. Además de una gran película. Pero está claro (con permiso de Douglas) que éstos «senderos de gloria» te pertenecen.
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Una buena pregunta…que hacemos? Un tu o yo en un instante…y la humanidad? O tan solo el animal que nunca dejaremos de ser…
Me ha gustado mucho , te hace reflexionar y preguntarte…
Un saludo
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Cierto, hay cosas a las que llegas a acostumbrarte tanto que te hacen perder la noción de la humanidad. Un saludo y gracias por leer y comentar
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Una historia conmovedora e inquietante. Recuerdo otra, ésta imaginada pero que pudo ser muy real o quizás esté inspirada en una real, que me impresionó bastante: Celorio el de Geras
http://www.comarcadegordon.net/Foro/viewtopic.php?t=317
Ahora, en memoria de la amistad, se ha hecho una ruta en el lugar del supuesto acontecimiento.
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Una historia preciosa. Gracias por enviármela 🙂
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Qué bonita historia
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La pregunta ¿que hacemos con éste? indica que algo hay que hacer. En un instante pasamos del cigarrillo a la agresividad. Es la guerra y en la guerra todo vale. ¿O tal vez no? Me ha impresionado lo que has dicho en un comentario, que el texto se inspiraba en una carta real enviada a tu abuela por su hermano. Me ha gustado mucho. Aunque las preguntas finales se queden probablemente sin respuesta. Un abrazo.
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Así es, en la guerra la vida pende del más imprevisible hilo del destino. Un abrazo y gracias por tus comentarios
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