Me mira directo a los ojos, como ha hecho siempre, y me habla aunque no mueva los labios, que ya están resecos. Cuesta creer que sean los mismos que tantas veces besé. Tampoco los míos, viejos y borrados, son los mismos. Han perdido la costumbre de besar y de decir palabras de amor.
Pero las hablamos ahora, por todos los años perdidos.
Maravilloso…Me encanto!
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Ah, gracias Evelyn. Comentarios tan animosos son siempre bienvenidos 🙂
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