Armides había tenido una pesadilla truculenta que le destempló el ánimo. Tenía con frecuencia sueños extraños y premonitorios en los que creía con una ingenuidad impropia en un hombre como él; los analizaba y trataba de encontrarles un significado, incluso se leyó un librito que cayó en sus manos sobre el significado de los sueños. En él aprendió que el agua es señal de abundancia y que los zopilotes traen siempre una advertencia, que los sueños dependen de la fase de la luna y de la estación del año, del estado de salud y hasta de lo que se haya comido. Aquella madrugada había soñado que era un chamaquito y estaba llorando en el piso, desnudo, en la casa donde había nacido, al pie de la escalera que conducía al tapexco. Quería subir por ella para alcanzar el saco del azúcar pero un animal horrible, parecido a un coyote, agazapado en uno de los peldaños se lo impedía y él temblaba de miedo y llamaba a gritos a su madre para que lo espantase. Mientras se bebía el café, Armides le estuvo dando vueltas al sueño: la escalera simbolizaba a la vida, se decía, eso estaba claro, y el animal que le cerraba el paso encarnaba un peligro; ¿pero cuál?
La pesadilla
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3 respuestas a “La pesadilla”
mmm leí el texto de la pesadilla y esta algo interesante pero como que no me pareció muy coherente el final….. 😦 🙂 pero estuvo padre ………
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Es un fragmento de un texto más grande, supongo que de ahí su incoherencia. Gracias por leer y comentar 🙂
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precioso.
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